¿Se puede vivir sin sufrir?

 
 

Lo declaro en voz alta: soy una sufriente (alias víctima) en recuperación. 

Sufriente, es un adjetivo poco utilizado y se usa para nombrar a aquel que sufre o padece. Dentro de las múltiples características que define la RAE (Real Academia Española), para la palabra sufrir se encuentran las de sostener, resistir, permitir, consentir e incluso satisfacer por medio de la pena. 


El sufrimiento es una de las cualidades más arraigadas en el mundo que vivimos, tanto que de aquellos maestros memorables como Jesús lo único que recordamos es su sacrificada existencia y muerte. Nos parece bien sufrir, porque hemos llegado pensar que sufriendo crecemos, nos hacemos más santos y logramos captar la compasión y atención de quienes nos rodean. 

El sufrimiento está sobrevalorado y es momento de comenzar a cuestionar, si esta historia de dolor que nos contamos día a día tiene algo que ver con nuestra parte más espiritual, o tan solo es una artimaña más del ego para separarnos de vivir en la luz del alma.  Somos seres espirituales e infinitos, teniendo una experiencia humana, que en lugar de disfrutarla y utilizarla para crecer y expandirnos, la usamos para despreciarnos y lastimarnos manteniendo estados mentales y emocionales poco edificantes, como lo son todos aquellos que provienen del sufrimiento. 

La encarnación en este plano,  tiene como objetivo aprender a experimentar el verdadero concepto del amor. Un amor que no necesita que seamos perfectos, pero sí que elijamos ver con el lente de la compasión y la aceptación la vida. 

Todo lo que sucede no tiene porque agradarte y muy probablemente habrán situaciones que refuercen en ti emociones como la tristeza, la ira, el rencor o la envidia. Y aunque tener emociones es muy normal, lo que no es normal es permitir que esas emociones que son pasajeras, se conviertan en la base sobre la cual vivir. 

Cuando  enfrentas  emociones que te hacen sentir deprimido o angustiado y no haces nada por pasar un estado de mayor bienestar, te conviertes en víctima de las circunstancias y entras en el círculo vicioso del sufrimiento. Te pasa algo que no te gusta, sientes dolor, te quejas, ganas atención o no te haces responsable,  luego vuelves a sufrir, sientes dolor y ahí sigue la espiral.  Todo lo que hacemos tiene ganancias, algunas están ocultas y no somos conscientes de ellas, pero no por eso no es nuestra responsabilidad atenderlas. Y aunque no lo creas, cuando se sufre también se gana. Se gana atención de los otros, se gana evadir la responsabilidad sobre lo que nos sucede, se gana alimentar aquello que conocemos, se gana no avanzar y así no equivocarnos. 

Pero ¿porqué conformarnos con estas míseras ganancias, cuando podemos acceder a un premio mayor llamado libertad?

No sé en tu caso, pero al menos en lo personal no quiero sufrir más. 

Tengo 36 años y gran parte de mi energía durante estos años la he destinado a sufrir. Las razones, por lo general distintas, pero en el fondo con un mismo efecto, desgastarme y alejarme de la persona que yo sé que quiero ser.  Finalizando el 2021, me prometí que más allá de enforcarme en cumplir metas, iba a enfocarme en crecer en amor hacia mí misma y quitar el lente de aquello que no me hacía crecer. 


Llevamos un mes de haber cambiado año y todo se está moviendo. No entiendo mucho lo que sucede, pero sigo convencida de que necesito dejar de ser una víctima de lo que pasa en mi exterior y comenzar a alimentar eso que sí me hace bien.  Sé, que quizá no sea un camino rápido de recorrer, pero estoy dispuesta una vez a elevar vuelo en búsqueda de mi verdadera razón de existir: experimentar el amor universal. 


Si estás atravesando conflictos en tu trabajo, con tu familia, hijos, pareja o contigo misma, te invito a reflexionar alrededor de estos eventos:

¿Será que estoy destinando más energía de cuenta a este evento?

¿Si no estuviera enfocada en ver todo lo malo, en qué áreas podría crecer?

Si eso que no me gusta, es algo que está claro que no me gusta ¿Qué estoy haciendo ahí?

¿En qué momento aprendí que vivir desde el dolor estaba bien? ¿Quién me lo enseñó?

¿Qué podría estar ganando cuando me quedo estancada en estos dramas?


Espero que te sirvan de reflexión y te ayuden avanzar unos pasitos más en este camino de conocerte a ti mismo. 

Para cerrar te comparto mi nuevo lema:

“Se puede vivir bien” “Esto de vivir en paz, se siente tan bien, que me acostumbro”


Gracias por leerme hasta acá, nos vemos pronto.

Besos. Abby

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