¿Cómo establezco límites sanos con las personas?

Toda relación, puede ser un vehículo para transformarte, crecer y conocerte cada día un poco más. 

Cuando nos relacionamos, entramos en contacto con todas nuestras partes luminosas, pero también con aquellas que nos gustaría esconder debajo del tapete por temor a ser juzgadas o señaladas. 

Nuestra oscuridad, siempre tan escondida, luego de un tiempo de ser maquillada, busca salir a toda costa. Muchas veces, robándonos el brillo natural que con el que estábamos acostumbradas a mostrarnos y es aquí donde nos encontramos en una de las encrucijadas más determinantes de nuestra vida: o seguimos maquillando y colocándonos máscaras para que eso que nos genera dolor siga en el olvido o nos armamos del valor suficiente para usar el agua y jabón necesarios para limpiarnos un poco más y abrazarnos aún a pesar de eso que no nos gusta de nosotras. 

Desde mi experiencia, nuestros miedos, conflictos internos e incluso heridas de infancia, están ahí como mecanismo de protección. Esas heridas, nos recuerdan batallas que sentimos no ganar y de las que quedamos literalmente convalecientes. 


Para la mayoría, el tiempo pasa y sobre esas heridas que en su momento hubo tanto dolor se comienza a crear una especie de velo protector que no precisamente se relaciona a la capacidad de sanación natural de la piel, sino más bien a una nueva capa que nos cubre y aleja, pero que en el fondo guarda el mismo dolor de siempre. 

Hace un tiempo, escuché decir  que no tenemos la relación que queremos, tenemos la que necesitamos para despertar. 


Debo decir que esta frase, no solo me causó un poco de incomodidad, sino que me hizo recordar que mucho de lo que mis relaciones del pasado me habían mostrado, hablaba más de mi que de los demás. Y eso para ser sincera aún me genera resistencia. 


¿Y qué será lo que necesitamos de las otras personas? 


He llegando entender, que la mayor parte de vínculos que creamos con el exterior (trabajo, familia, hijos, parejas, jefes, amigos…), vienen siendo una especie de teatro perfectamente montado para que aprendamos quiénes somos, qué deseamos y qué definitivamente no es para nosotros. Son una manera de vernos a la cara y definir lo que yo llamo límites sagrados. 

Los límites sagrados, nos ayudan a marcar el territorio de lo permitido y lo que es no negociable. Nos enseñan nuestras heridas, aquellas que tapamos con tanto cuidado y que necesitan intervención urgente. Nos muestran lo que nos hace vibrar y reír  y de alguna manera, también se convierten en un manual de instrucciones por medio del cual le enseñamos a los otros a navegar en nuestros mares. 


Lo límites, no tienen nada que ver con manipular al otro para que haga lo que queremos, ni tampoco son formas de abuso, agresión o desprecio hacia los demás. Simplemente son señales claras indicadas por nuestro corazón, para contener y cuidar nuestra preciada energía. 


¿Qué pasa cuando nos relacionamos sin conocernos y delimitar nuestro territorio?

Lo que sucede la mayor parte del tiempo, es que nuestro ego toma el lugar de defensor y actuando desde sus tan limitadas herramientas nos intenta proteger  desde la oscuridad y la memoria de dolor que han guardado aquellas heridas  ocultas. 


Sea cual sea el momento en el que te encuentres de tu vida, si es que tienes pareja o no, siempre es un buen momento para recordarnos, para darnos ese amor incondicional que tanto añoramos de los demás y sobre todo para encontrarnos con el primer y más importante amor de nuestra vida: nosotras mismas. 

Eres el amor de tu vida, y mereces toda tu atención, cuidado y amor. 

Si deseas entrar en estados de mayor paz y satisfacción con lo que eres, tómate el tiempo para enamorarte de ti misma, para cuidar todas esas heridas que hablan de tus batallas y que ya no pueden seguir tiradas en el baúl de los recuerdos.

Eres la reina de tu vida, eres una maga y con tu poder puedes cambiar lo que tus ojos ven. Pero el poder se ejecuta de adentro hacia afuera. 

Marca tus líneas de protección y verás como tu energía y poder personal, no solamente te ayudarán a expandirte y recorrer caminos de bendición sino que te harán resonar con almas que están en tu mismo caminar. 


Aprender a reconocer nuestros límites es uno de los actos de amor propio que requiere mayor valentía, pero que a su vez generarán más beneficios en tu vida. Adelante, eres la reina y soberana de tu existencia. 

Ahora que lo he interiorizado más, pienso que quizá esa especia de ley universal, siga viva mientras sigamos entregando el poder de hacernos felices a los otros, pero que una vez que tomamos las riendas de nuestro carruaje, la conexión con los otros se hace más liviana y expansiva. Es decir, aún tenemos esperanza! No todo se trata de sufrir, por el contrario, podemos y merecemos conectar desde otra posición. 


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